[Reseña] Xenoblade Chronicles X - Definitive Edition: La última y nos vamos

Por el 4.4.25

Existen diversos títulos que quedaron atrapados en el naufragio comercial de la Wii U, y sin duda Xenoblade Chronicles X es quizá es de los casos que más merecía una segunda oportunidad. Lanzado en 2015, este ambicioso RPG de mundo abierto fue eclipsado por la poca popularidad de la consola, impidiendo que alcanzara el reconocimiento que sí lograron -a futuro- otras entregas de la saga.


La combinación de factores “consola no popular + género sesgado” fue una roca con la que tuvo que cargar este juego. Aunque no todo fue malo, porque fue gracias a este mismo juego que se lograría desarrollar posteriormente los mundos abiertos de The Legend of Zelda: Breath of the Wild y Tears of the Kingdom bajo las limitantes técnicas que aun daba el Nintendo Switch y la Wii U. De hecho, este juego se considera una de las proezas de desarrollo de juegos más admirables hasta la fecha, y todo gracias a Monolith Soft.

 

Ahora, con el relanzamiento que lleva por nombre Xenoblade Chronicles X: Definitive Edition, Monolith Software finalmente le da a este gigante en letargo la oportunidad de brillar ante un público más amplio, con mejoras gráficas, ajustes en la jugabilidad y la accesibilidad que otorga una plataforma moderna, así como la mejora ya confirmada para Nintendo Switch 2.

 

Pero más allá de ser simplemente otro título de Xenoblade, Chronicles X siempre ha sido una anomalía dentro de la franquicia. Su mundo masivo, inspirado más en el diseño de los MMORPG que en los JRPG tradicionales, rompió con las convenciones narrativas de la serie al apostar por una historia más abierta y un protagonista silencioso.

 

Sin embargo, lo que perdió en desarrollo argumental lo compensó con una exploración sin precedentes, un sistema de combate refinado y los Skells: mechas pilotables que cambiaban por completo la manera en que los jugadores interactuaban con el entorno.



El problema nunca fue su calidad, sino su accesibilidad. En su momento, Xenoblade Chronicles X quedó atrapado en una consola con pocas ventas, con mecánicas que necesitaban del GamePad de la Wii U y sin una continuación clara dentro de la saga.

 

Ahora, con esta edición definitiva, el juego no solo se libera de sus limitaciones técnicas, sino que también tiene la oportunidad de ser reconocido por los fans de la serie, quienes en su mayoría lo pasaron por alto en su lanzamiento original.

 

La pregunta es: ¿realmente este título sigue siendo una joya oculta o el tiempo ha sido cruel con sus ambiciones? Porque, aunque la exploración y el combate siguen siendo sus puntos fuertes, Xenoblade Chronicles X siempre ha sido un juego divisivo, con un enfoque menos narrativo y una curva de aprendizaje que puede resultar abrumadora para los recién llegados. Un hecho es que esta Definitive Edition le otorga una nueva vida a un juego que nunca debió ser olvidado..


MUNDO ABIERTO, NO. GIGANTE

Si hay algo que Xenoblade Chronicles X hace mejor que cualquier otro juego de la franquicia, es la sensación de exploración. No solo es un mundo abierto, es un mundo gigante. Mira, el mundo dentro del juego, no solo es más grande que cualquier otro escenario de Xenoblade, sino que supera en tamaño a muchos de los mundos abiertos contemporáneos e incluso actuales. Es una bestia de la escala, con cinco continentes interconectados que desde el inicio te dejan claro que estás ante algo imponente.


Hay una diferencia clave con otros mundos abiertos: aquí, la historia no es el motor que te guía. A diferencia de Xenoblade Chronicles y sus secuelas, donde la trama te empuja de un punto a otro, en X la historia es más bien un pretexto para soltarte en este ecosistema salvaje.


Sí, hay una narrativa sobre la humanidad buscando sobrevivir en un planeta alienígena tras la destrucción de la Tierra, pero después de las primeras horas, es evidente que el verdadero protagonista del juego es Mira y todo lo que hay por descubrir en sus vastos territorios.

 

Desde el principio, el juego te deja claro que Mira es tan llamativa y hermosa como hostil; es un planeta donde enormes bestias pueden aparecer en cualquier momento (muchas veces en medio del camino que te marca la propia historia), donde un camino aparentemente seguro puede llevarte a un callejón sin salida y donde, en más de una ocasión, la única opción será correr cual Joseph de Jojo’s Bizarre Adventure.

 

Aquí no se trata de eliminar cada amenaza que encuentres, sino de aprender a sortearlas, encontrar rutas alternativas y entender que muchas de esas criaturas que ves al inicio no están ahí para ser derrotadas… sino para recordarte lo insignificante que eres en este mundo.


Afortunadamente, el avatar protagonista es un triatleta con todas las de la ley que corre, salta y nada como un campeón


Sin embargo, esta sensación de libertad no es inmediata. Al comienzo, el juego es un festín de tutoriales que pueden sentirse abrumadores. Hay sistemas sobre sistemas, mecánicas de supervivencia, combate, personalización y recolección de recursos que tardan en asentarse, lo que hace que la exploración al inicio sea más una tarea que una aventura.


Yo sugiero simplemente ignorarlos y hacer uso de la intuición lentamente, para que una vez que todo empiece a hacer clic y que la experiencia se transforme. Cuando te acostumbras, la exploración deja de ser un simple paseo y se convierte en una obsesión, una constante búsqueda de nuevos territorios, secretos ocultos y rutas estratégicas para evitar a los colosos que rondan cada región.

 

Y cuando crees que ya dominas la exploración, el juego te lanza su mayor atractivo: los Skells, mechas pilotables que cambian por completo la manera en que te desplazas. Pero hay un detalle: los Skells no llegan rápido. No los obtienes en las primeras horas. Pasan fácilmente entre 30 y 40 horas (de las 70 que dura el juego) antes de que puedas pilotar uno, lo que hace que el momento en que finalmente lo consigues se sienta como un premio a tu perseverancia, o una frustración porque las máquinas están en la caratula y no las ves tras haber recorrido bastante.

 

Eso sí, es innegable que cuando por fin puedes recorrer Mira con la velocidad y verticalidad que ofrecen estas máquinas, te das cuenta de lo pequeño que eras al inicio… y de lo mucho que el juego te hizo esperar por esa sensación de poder absoluto.



En Xenoblade Chronicles X, la exploración no es solo un elemento más, es el alma del juego. Un mundo que al principio parece abrumador, pero que con paciencia se convierte en una de las experiencias más satisfactorias que Monolith Soft ha diseñado. Porque aquí, más que en cualquier otro Xenoblade, el verdadero viaje no es el de la historia, sino el de cada rincón que descubres.


COMBATE EUFÓRICO Y EXPRESIVO

Si la exploración es el corazón de Xenoblade Chronicles X, el combate es el músculo que lo mantiene en movimiento. Aquí no hay encuentros aleatorios ni combates por turnos; cada batalla ocurre en tiempo real, combinando ataques automáticos con habilidades activadas manualmente.


Es un sistema que, a simple vista, parece una evolución del clásico combate de Xenoblade Chronicles, pero con una capa extra de estrategia y personalización que lo hace aún más profundo.


Al ser activo, enemigos del entorno podrán unirse al combate si se ven atacados.



Aquí no solo peleas con lo que encuentras, sino con lo que eliges. El juego ofrece un arsenal variado, desde espadas y rifles de asalto hasta cañones de plasma y lanzacohetes, cada uno con su propio estilo de combate. Si prefieres acercarte a los enemigos y hacer daño con fuerza bruta, puedes especializarte en armas cuerpo a cuerpo; si lo tuyo es atacar desde la distancia con ráfagas de energía o proyectiles, el juego también te da opciones. Lo mejor de todo: no estás atado a una sola clase. Puedes experimentar, cambiar de estilo y adaptarte a los desafíos que Mira pone en tu camino.

 

El combate no es solo números y estrategias. Es intenso. Enfrentarse a una bestia colosal en un mundo donde el peligro siempre está presente crea una sensación de tensión constante.

 

Los enemigos no son simples obstáculos que derrotas en el camino, sino amenazas reales que pueden acabar contigo si no estás preparado. Cada batalla es un equilibrio entre gestionar habilidades, posicionarte correctamente y aprovechar el momento exacto para activar un Arte en el instante adecuado.

 

Y como todo en este juego, el esfuerzo se ve recompensado. No solo con experiencia o dinero, sino con equipo que realmente se siente valioso. Un nuevo rifle que dispara más rápido, una armadura que mejora tu resistencia contra ciertos enemigos, una espada con efectos adicionales que cambian por completo tu estrategia. No hay mejor sensación que derrotar a un enemigo difícil y recibir un objeto que marca una diferencia real en el combate.




El combate es acompañado de una banda sonora que hace que cada enfrentamiento se sienta épico. La música de combate de Xenoblade Chronicles X tiene un estilo particular, con temas vocales y ritmos que pueden ser divisivos, pero que en el fragor de la batalla logran su cometido: sumergirte en la acción.


Algunas piezas se vuelven tan memorables que, después de horas de juego, las asocias directamente con la adrenalina de estar al borde de la derrota o el placer de una victoria bien ganada.

 

Al final, el combate en Xenoblade Chronicles X no es solo un complemento de la exploración, sino una parte esencial de la experiencia. No es un sistema que te toma de la mano, pero cuando logras dominarlo, cada batalla deja de ser un obstáculo y se convierte en una prueba que quieres superar, no porque el juego te obligue, sino porque te reta a hacerlo.


HISTORIA DISTINTA CON AMBICIONES CLARAS

Si vienes de otros juegos de la saga Xenoblade esperando una historia cargada de emociones, giros desgarradores y un elenco que te haga soltar más de una lágrima, Xenoblade Chronicles X puede que te lleves una mala sorpresa: Aquí la trama no busca tocar fibras sensibles ni lanzar grandes reflexiones existenciales. En su lugar, es un relato de supervivencia y adaptación, una excusa lo suficientemente sólida para justificar el verdadero atractivo del juego: su mundo.


La premisa es simple pero efectiva. La Tierra ha sido destruida en medio de una guerra entre dos civilizaciones alienígenas, y los pocos humanos que lograron escapar han encontrado refugio en Mira.

 

La historia se desarrolla en torno a la exploración del planeta, la búsqueda de otros supervivientes y la lucha contra fuerzas desconocidas que amenazan a la nueva civilización. No es la narrativa más profunda de la saga o interesante de la misma, pero es suficiente como para mantenerte con ganas de descubrir su desenlace. Más aún con el capítulo epílogo que acaba de conectar este juego con el resto de la saga.




A pesar de que el protagonista es un avatar creado por el jugador, el elenco de personajes secundarios le da mucha vida a la aventura. Cada uno tiene su propia historia y motivaciones, y aunque ninguno alcanza el nivel de personajes como Shulk o Noah en términos de impacto emocional, su desarrollo complementa bien el mundo de Mira.

 

Si hay alguien que realmente se roba el protagonismo, esa es Elma. Líder del equipo de exploración BLADE, es inteligente, reservada y llena de misterio. Desde el inicio deja claro que sabe más de lo que aparenta, y a lo largo del juego su presencia se vuelve clave para entender los secretos de Mira.

 

El voice acting también juega un papel importante, y aquí Xenoblade Chronicles X brilla con un reparto en inglés de gran nivel: Caitlin Glass (Winry en Fullmetal Alchemist) da vida a Elma con un tono serio pero carismático, DC Douglas (Albert Wesker en Resident Evil) aporta su inconfundible presencia a los antagonistas, y Cassandra Lee Morris (Morgana en Persona 5) hace un gran trabajo con Lin, la joven mecánica del equipo.


Y lo mejor es que no necesitas haber jugado otro Xenoblade para entender la historia. X es completamente independiente, sin conexiones directas con los demás juegos de la saga. Aquí no hay referencias ni lore complicado, solo un mundo extraño, una historia de supervivencia y un elenco de personajes disfrutables para fanáticos veteranos y novatos.


UN JRPG QUE RESURGE Y SE DESPIDE DIGNAMENTE DEL NINTENDO SWITCH

Después de casi una década de ser la entrega olvidada de la saga, Xenoblade Chronicles X: Definitive Edition finalmente tiene la oportunidad de brillar como se merece; Sigue siendo el título más diferente de la franquicia, con su énfasis en exploración por encima de la narrativa, su vasto y hostil mundo abierto y su profunda personalización de combate.

 

Aun así, lo que hacía especial al original se mantiene intacto: la sensación de inmensidad, la libertad para moverte como quieras (eventualmente con los Skells), y ese vórtice jugable que puede atraparte por horas y horas horas sin darte cuenta.

 


Sin embargo, la experiencia no es perfecta. A pesar de la remasterización, sigue sin contar con localización al español latino, lo que obliga a leer los textos en castellano de España, algo que puede resultar "incómodo" para muchos jugadores... ya depende de cada quien. No es un problema que arruine el juego, pero en pleno 2025, con la popularidad de la saga en crecimiento, la ausencia de una adaptación es difícil de justificar.

 

Algo que compensa esta carencia, es la mejora gráfica en forma de iluminación refinada y texturas más nítidas. Y lo más impresionante: Nintendo Switch, una consola que a estas alturas ya muestra sus limitaciones, logra moverlo con gran fluidez a resolución dinámica y 30fps estables. Genera expectativa por cómo se verá en Nintendo Switch 2, y nos recuerda que esta generación de Nintendo les dice adiós a los grandes lanzamientos, pero lo hace con broche de oro.


En ANMTVLA, Xenoblade Chronicles X: Definitive Edition se lleva un sólido 89/100, un puntaje que refleja lo que siempre fue: un juego adelantado a su tiempo, y ahora, con su regreso, una joya que finalmente puede recibir el reconocimiento que merece.


Reseña realizada por Hugo Montiel, para más contenido e interacción sobre el mundo de los videojuegos, anime, manga y televisión todos los días, puedes checar mis redes